La Tierra: un futuro incierto. 15 Bienal de la Habana
POÉTICAS ARTÍSTICAS ECOLÓGICAS, ARTÍSTICAS ECOFEMINISTAS Y ARTIVISTAS MEDIOAMBIENTALES QUE RECLAMAN UN RETORNO A LA NATURA Frente al cambio climático y sus nefastas consecuencias y, debido al carácter polisémico del arte, han surgido propuestas artísticas estos últimos años que se establecen desde discursos artivistas como el arte ecofeminista, el arte ecologista, y de nuevas sensibilidades artísticas ante el tema de la naturaleza, que de manera crítica, reflexiva y poética han reinterpretado y resignificado la noción de natura y de nuestros modos de relacionarnos con ella, y con los otros inmersos en ella, como los animales, etc. Los enfoques de estos discursos artísticos son siempre dialogantes con la natura, y asumen que el arte tiene un tipo de función espiritual, que consiste en abrir las mentes y las sensibilidades de las personas a las vastas posibilidades de comprensión y vivencia de la vida humana en consonancia con los otros y la naturaleza de la que somos parte. Pero para solventar estas cuestiones, las rutas artísticas no son siempre coincidentes, mas de este hecho derivan las riquezas de enfoques de sus miradas como se puede apreciar en esta muestra denominada La Tierra: un futuro incierto. Se ha de decir que esta curatoría asume grados de innovación obtenidos a partir de los trabajos de cada uno de los/as artistas y artivistas presentes en la muestra, y en la puesta en relación de sus propuestas. Los creadores/as presentes son de diversos países y llevan tiempo reflexionando la relación entre arte y naturaleza en los tiempos de la crisis climática. Los creadores son artistas visuales, performistas, fotógrafos/as, artistas digitales, artistas de los nuevos medios, etc. Así, esta exposición muestra la lucha más dura que se desarrolla en lo íntimo de las conciencias, en las suturas más delicadas de la sensibilidad, cuando el arte comprende que la belleza puede existir también en los ciclos en que la natura se seca previamente a convertirse en tierra, como se puede apreciar en la Serie: Mutaciones (2024), fotografías de flores de Jerome Godichon (Francia), o en la instalación mediática ecofeminista de Yto Aranda (Chile), Desde la raíz. En Aproximación al bosque esclerófilo (2024), donde hay un discurso en que la natura unida a procesos propios de las nuevas tecnologías genera un acercamiento a una naturaleza despreciada por no exuberante, más bien sobria y ocre y que, sin embargo, mantiene una biodiversidad rica; son raíces de un metraje importante a las que alude la artista, las que mantienen húmedo el suelo de parte importante de Chile, lo que permite el florecimiento de múltiples ecosistemas donde se desarrollan plantas beneficiosas para el ser humano, y la manutención de innumerables y constructivos insectos y animales de la Tierra. En el caso de Ingrid Pumayalla (Perú-Reino Unido), su obra se establece como una declamación decolonial hacia interrogantes sobre nuestra relación con la natura, tal y como se aprecia en ¿A dónde fueron las criaturas del bosque? (2019) que se desarrolla como un trabajo performático que transcurre en la Amazonía y el Lago MarkKleeberg. Su trabajo entraña una acción ritual que habla de una indagación y conexión con la natura y la pérdida de ella, en un proceso que ayuda a reconectar al individuo con la colectividad y con el sufrimiento de la natura. La obra tiene como referentes de estos procesos a los mitos, el folklore andino del norte del Perú y la cultura de esa zona donde se crió la artista. En esta obra también se habla de la migración y el desplazamiento. Cabe señalar que Ingrid Pumayalla, en obras como la referida, infunde a través de su cuerpo, actos y gestos emancipatorios, que la abren y nos abren espiritualmente a un proceso de conjugación entre persona y natura. En el caso de Andrea Hauer (Chile-Austria), esta artista en su instalación Ser semilla (2024) genera desde una visión ecofeminista un diálogo con la naturaleza con un punto de vista donde el ser humano retorna a su ser original, donde es una semilla más dentro del ecosistema. Sus camisetas recicladas, colgadas sobre varillas, muestran en el pecho el florecen de plantas que brotan generando fisuras geométricas envolventes, que nos hablan de la madre tierra, nos guían y nos piden un retorno a nuestro ser como parte de la naturaleza.La obra de Andrea Hauer nos remonta hacia nuestra naturaleza y nos sitúa como hermanos/as de los animales y plantas y nunca por encima de ellos. En el caso de Glenda Salazar (Cuba), en su proyecto Bosque de nombres (2022), una acción de arte realizada en un espacio natural en Cuba, la artista establece un diálogo con la naturaleza que la rodea, en un gesto de respeto, pero también de empatía y gozo. Como en un juego con la naturaleza, la artista va generando un proceso que se torna en un recordatorio histórico de la pérdida de la natura local, que Cuba ha sufrido tras la colonización.Esta acción de arte opera como un mecanismo de mímesis y empatía con las especies locales a las que la artista accede, en algunos casos, dándole las “gracias”, marcando esta palabra en la propia fruta. El gesto de plantar especies arbóreas locales en esta acción de arte, se torna aquí en una devolución real a la naturaleza y una ofrenda a ella, en un gesto decolonial a todas luces. En Iroko Moforibale (2022), a través de una serie de dibujos acuarelados de rostros mayoritariamente afrodescendientes, Gabriela Pez (Cuba) hace un tributo a la identidad insular mayoritaria de Cuba. Esta obra se compone de historias rescatadas de la oralidad popular, desde una afluencia de voces ocultas, de ritos y resabios de lenguas que nos hablan de pueblos negros. En su rescate de este tema la artista vence la colonialidad del poder, un poder arraigado en las historias sembradas por el colonialismo y el tiempo que ha colonizado no solo a los hombres, sino también a la naturaleza. En la obra Lessons (2020), Jessica Fairfax Hirst (EE. UU-RD), realiza una recopilación de una serie de performances realizadas por ella, que se articulan a través de un vídeo-collage, donde se va mostrando la conexión de ella con la naturaleza en un proceso de reencuentro y sanación, que la aleja de las grandes ciudades donde vivió y de las que formó parte en EE. UU. Jessica Fairfax Hirst fue una de las primeras profesionales en trabajar a nivel internacional las implicaciones de la importancia de la ecología y los procesos medioambientales en el primer gobierno de Bill Clinton, siendo parte del equipo de profesionales del vicepresidente Al Gore. La artista en esta obra, usa diversas frases como My Vulnerability is my strength (‘mi vulnerabilidad es mi fuerza’) que se superponen a sus imágenes donde se le ve inserta en la naturaleza, ya sea el mar o la vegetación, y va sosteniendo un discurso donde afianza su fuerza en un contacto continuo con lo más profundo de la natura. Cabe señalar que la artista en esta obra, como en muchas otras, realiza un proceso de vinculación entre arte y vida. En la primera imagen de esta creación se le ve a la artista cubierta de pastillas, en una dinámica muy propia de las grandes ciudades, donde los trabajadores se ven sometidos a tantas presiones que finalmente llegan a la utilización masiva de fármacos para poder vivir. Para dejar en parte esto atrás, la artista decide insertarse en la naturaleza en busca de su equilibrio mental y como ella misma dice, su vulnerabilidad se vuelve fortaleza. Ahora bien, la naturaleza puede ser también, como la vemos en la serie Naturaleza y mujeres (2021) de Soniya Amritlal Patel (India-UK), un lugar incierto, indómito e inclusive peligroso. Aquí la artista indobritánica, nos muestra desde una visión artística ecofeminista, por medio de la fotografía, una serie de problemáticas complejas que afectan a las mujeres en la India, situaciones que también ocurren en otros países. Un ejemplo es la indiferencia ante su existencia, tal cual, podemos ver en su obras ¿Por qué no me ves? (2021) y en La Boda de sangre (2021). En estas obras las mujeres están bañadas de imágenes de la naturaleza india: es una naturaleza rechazada y agredida. Al tiempo, la naturaleza que cubre todas las fotografías se vuelve un elemento perturbador que nos muestra una naturaleza indómita imposible de asir, que inclusive da miedo, y en la cual uno pondría perderse en ella, algo que hacen patente las fotografías La trata (2021) y El secuestro (2021). En el caso de Marcel Solá en su instalación Cuerpo suspendido (2024), realiza un espacio donde las simbologías, aluden a luchas, conciencia y tragedias. El artista a través de una serie de simbologías como el signo ♀ que identifica a las mujeres y las ramas que cubren una soga para ahorcarse, usa la metáfora a cuenta de los peligros que asolan a los activistas medioambientales, especialmente a las mujeres que protegen los derechos humanos de los pueblos originarios, como Berta Cáceres, o Macarena Valdés de la comunidad mapuche Newen Tranguil, a la que más directamente se refiere Marcel Solá. La obra de Marcel Solá alude a los asesinatos de activistas que los perpetradores pretenden encubrirlos como suicidios. En ello, vemos como aún hoy en el siglo XXI la lucha de estas activistas es una lucha desigual pues a los grandes poderes, que no les interesa más que la rentabilidad, son capaces de eliminar a aquellas personas que protegen el medio ambiente y se les oponen abiertamente. En todas estas obras, habita una conciencia abierta a la realidad contemporánea donde la Tierra está cada vez más agredida y nuestro futuro en ella y con ella es incierto. En ese contexto los/las artistas se posicionan en un diálogo con la natura y con ellos mismos, que son naturaleza, abandonando posiciones consabidas para preguntarse y hacer que nos preguntemos sobre cómo podemos vivir con ella y en ella en un contexto donde han cobrado mucho relieve los medios tecnológicos, para supuestamente mejorar la vida de las personas; tal es el caso de la Inteligencia artificial (IA). Sin embargo, hay cuestiones tan importantes como salvaguardar el agua y el alimento para la existencia humana y de la naturaleza, pero en la praxis no están salvaguardados, aunque existan tratados a nivel internacional que señalen la necesidad de hacerlo. Frente a ello, y ante la necesidad de repensarnos en el mundo actual donde la distancia con la naturaleza es cada vez mayor, las creaciones citadas proponen reflexiones poéticas con matices y profundidades, donde habitan diversos sentidos de lo utópico que nos demandan e instan a tomar al menos una postura clara sobre el tema ecológico.
Texto de Lynda Avendaño

